jueves, 22 de mayo de 2014

  1. EL PADRE TIBERIO
Desde el púlpito de las parroquias de Andalucía, Tuluá y Trujillo por donde pasó impartiendo la palabra de Dios, el padre Tiberio Fernández Mafla fue siempre un crítico tenaz de quienes, desde el poder tanto económico como político, se dedicaban  a desangrar al pobre o a saquear el erario público.

“En la misa de media mañana del domingo de resurrección, el padre se ‘jaló’ un sermón duro. Dijo que ni guerrilleros, ni narcotraficantes, ni militares ni paramilitares eran de Trujillo pero habían venido a dañar la paz de la región. Ese sermón lo cerró con la frase que lo hizo mártir: ‘Si mi sangre contribuye para que en Trujillo amanezca y florezca la paz que tanto estamos necesitando, gustosamente la derramaré’” declaró un testigo al Grupo de Memoria Histórica de la Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación. Dos días después, el 17 de abril de 1990, fue asesinando.

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